Era un vez un chanchito (cerdito) caminando por la calle, con una florcita en la mano. Andaba tranquilamente y distraido. Cruzó la calle, siguió andando hasta que entró en un restaurante. Atravesó las mesas, el balcón y llegó a la cocina.
Abrió la puerta del horno y, con lágrimas en los ojos, dijo:
"¡Feliz día Mamita!"
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