Un amigo confía a otro.
-No se si casarme con una viuda rica a la que no amo o bien con una joven humilde de la que estoy perdidamente enamorado.
-Lo que manda es el corazón -responde el amigo-:
Cásate con la joven humilde.
-Es verdad, debo escuchar la llamada del corazón. Seguiré tu consejo.
- Así proceden los hombres que razonan. Y a propósito, ¡dáme la dirección de la viuda!
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