lunes, 27 de julio de 2009

Vendedor de corbatas


Un hombre, integrante de un contingente de turistas que viajaba por el desierto para visitar los monumentos egipcios, se extravía de la caravana y termina perdido entre las dunas. Camina varios kilómetros sin encontrar a nadie.
La sed lo empieza a matar cuando, al bajar por una duna, se encuentra con un nativo montado en un camello.
El turista, casi sin fuerzas, le dice:
- ¡Por suerte lo encuentro! ¡Por favor, necesito tomar agua...!
- Agua no tengo —dice el árabe al tiempo que abre una valija—, pero le puedo vender corbatas.
- ¿Y quién quiere corbatas? Por favor, agua... quiero agua...
- Mire qué lindas corbatas. Rayadas, con dibujitos, con rombos, con motivos escoceses. Observe qué colores...
- ¡Agua... agua...! ¡Sólo quiero agua...!
- Acepto dólares, tarjetas de crédito o cheques de viajeros. Cómpreme una corbata y no se va a arrepentir.
- Se lo suplico, ¿no me podría decir en dónde hay agua?
- Mire esta de seda italiana. Toque, toque...
- No me torture más con las corbatas. Quiero agua, ¿me entiende? ¡Agua! ¿Sabe dónde puedo tomar agua?
- A dos kilómetros de aquí hay un restorán. Ahí puede tomar toda el agua que quiera.
Al escuchar ese dato, el turista se reincorpora como puede, tambaleando, y va hacia el lugar adonde le señala el árabe.
- Oiga, ¿se va a ir sin comprarme una corbata, por lo menos?
-Váyase al diablo con sus corbatas! —responde el turista, que sólo tenía en sus pensamientos tomar un poco de agua.
A duras penas, el hombre llega casi de rodillas a la puerta del restorán y se enfrenta con el portero.
- Un momento, ¿adonde va? —pregunta éste.
- Por favor, déjeme pasar, sólo quiero un poco de agua...

- Lo lamento, señor. Al este restorán no se puede entrar sin corbata.

No hay comentarios:

Related Posts Plugin for WordPress, Blogger...