jueves, 9 de junio de 2011

La Boa prostituta


Una anaconda decidió dedicarse a la prostitución: haría comercio con su cuerpo.
"Fracasarás, no podrás resistir la tentación de devorar a tus clientes", le dijo otra serpiente.
"Te equivocas".
Llegó el primer cliente: un conejito gordo y apetitoso. Hambrienta por varios días de ayuno la víbora, en efecto, no se pudo contener, y empezó a tragarse a su cliente. Recordó de repente, sin embargo, lo que le había dicho su amiga, y lo regurgitó.
Sale a la luz el conejo, todo empapado, lleno de confusión, aturrullado, y exclama:
"¡Carajo, sí así estuvo la besadita, cómo irá a estar la fornicada!”

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